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¿Cómo funcionan los mercados digitales? Efecto de red, uso de datos y control de acceso

Por Ma. José De Icaza

Desde hace tiempo, la discusión pública ha puesto el foco en la competencia económica como un mecanismo para evitar la consolidación de monopolios en los diferentes mercados. Sin embargo, con la creación de Internet y el surgimiento de los mercados digitales, sobre todo con la hegemonía que han consolidado las redes sociales, surgen múltiples retos e interrogantes rebasando el punto de vista económico y migrando hacia la necesidad de analizar el tema desde una perspectiva de derechos humanos. 

Las plataformas digitales, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se definen como servicios que, a través de Internet, facilitan la interacción interdependiente entre dos o más grupos de personas usuarias. Dentro de las plataformas se ubican las de carácter transaccional, cuyo objetivo es facilitar la compraventa de bienes y servicios (Amazon) y las no transaccionales, que refieren a plataformas destinadas a la interacción, como sería el caso de las redes sociales o las aplicaciones de citas.

Al ser entes privados, el funcionamiento de las plataformas se basa en modelos de negocios que invariablemente se centran en obtener ganancias económicas. Sin importar cuál modelo utilicen para su funcionamiento, existen dos elementos fundamentales para explicar su éxito y el creciente poder que han adquirido algunas de ellas: el efecto de redes y el acceso a “big data”.

El efecto de redes hace referencia a que mientras más actores participen en una plataforma digital, mayor valor se le otorgará a ésta, ya que se vuelve más atractiva y útil para las personas usuarias. En las redes sociales este efecto es muy claro, dado que las personas generalmente nos unimos a estos espacios para interactuar con el contenido creado o difundido por nuestro círculo cercano y por personas públicas -sean actores políticos, músicos o personas comunicadoras-, y para formar parte del debate público que se va gestando en tiempo real. Por lo tanto, mientras una plataforma va contando con un mayor número de personas usuarias va también aumentando su capacidad de atraer a un mayor público.

Lo anterior afecta directamente en la capacidad de innovación y de competencia en el sector. Las nuevas plataformas digitales o aquellas que son locales no pueden competir con aquellas que ya han logrado atraer un gran número de personas usuarias a sus espacios y que cuentan con posiciones económicas preponderantes para seguir invirtiendo -como Meta (Facebook e Instagram), Google, TikTok o X-. Esto responde a un efecto denominado winner takes all(la ganadora se queda con todo), que se refiere a la dificultad de competir con una empresa que ha generado un modelo de negocios tan exitoso con base en el efecto de redes.

Desde una perspectiva de derechos humanos existe un claro impacto negativo de esta situación. Por ejemplo, a últimas fechas X ha pasado por una transformación que -entre otras cosas- ha demostrado lógicas contrarias a la protección de las personas usuarias, sobre todo en materia de protección de datos personales y prácticas y políticas de moderación de contenidos. A pesar de que estos cambios no han sido bien recibidos por las personas usuarias, hasta el momento no ha existido una migración hacia otras plataformas que ofrezcan servicios similares. El hecho de que una plataforma se haya hecho tan preponderante, y donde casi únicamente se alojen diversos tipos de discusiones, principalmente de carácter político, y que sea una vía para que los gobiernos comuniquen decisiones o información de interés público, hace difícil que la personas usuarias puedan transitar a otras plataformas que se alineen con sus intereses y necesidades.

Directamente relacionado con el efecto de redes, el tratamiento de datos personales es un factor esencial para el funcionamiento y éxito de las plataformas digitales. Esto debido a que mientras más personas usuarias tenga determinada plataforma más datos personales de ellas podrá analizar, con el fin de identificar patrones útiles de preferencias para después utilizar esta información para fines comerciales.

Por ende, el tratamiento de datos personales “permea todas las etapas del proceso productivo de estas empresas, desde la venta de propaganda direccionada hasta el análisis de tendencias que ayuda a determinar el contenido el cual será impulsado a través del uso de algoritmos”[1]. Esto genera un ciclo multiplicador, dado que mientras más personas usuarias existan en los espacios, más tratamiento de datos personales existirá, otorgando mayor poder a la plataforma que los maneja.

La potencialidad que dan estos factores genera un escenario oligopólico, es decir, donde pocos actores tienen controlado el mercado. En el caso de las redes sociales, como estos espacios son utilizados también como espacios cívicos (donde las personas se expresan, informan, protestan y organizan), también terminan por consolidar un poder sobre las personas usuarias y sus derechos. Así, la falta de competencia económica ha generado que empresas como Meta o X se conviertan en controladoras de cómo se ejercen, garantizan y protegen los derechos humanos en el entorno digital: sobre todo de la libertad de expresión y el derecho a la privacidad.

Desde ARTICLE 19 creemos firmemente que es necesario disminuir la concentración de poder de las redes sociales preponderantes en el mercado digital, contrarrestar el control sobre nuestros derechos, reducir las barreras que limitan la entrada de actores alternativos, y devolver a las personas usuarias el control sobre sus datos personales.

Sobre todo, estas medidas en favor de la competencia económica contribuirían a la transformación del ejercicio de derechos humanos en el entorno digital: de un mercado pequeño controlado por unas cuantas empresas que llegan a explotar y abusar su poder oligopólico a costa de las personas usuarias de las tecnologías,  a ser un mercado diverso y abierto donde exista una oferta más plural de proveedores de servicios orientada a evitar las relaciones de explotación del modelo de negocios actual. Apuntando, paulatinamente, a servicios que sean más atractivos para las personas porque, precisamente, respetan sus derechos.


[1] F. Da Silva y G. Núñez, “La era de las plataformas digitales y el desarrollo de los mercados de datos en un contexto de libre competencia”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2021/173), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2021.

Ma. José De Icaza es investigadora del programa de Derechos Digitales en ARTICLE 19 MX-CA