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Wikileaks

La semana pasada Wikileaks volvió a ser noticia tras la filtración de correos electrónicos de la compañía de inteligencia Stratfor a través de su plataforma. Cada vez que esto sucede, vuelven a surgir preguntas acerca de cómo se deben tomar estas filtraciones, cuál debe ser el papel de la prensa ante ellas, cuál debe ser el papel de las autoridades frente a este fenómeno. Muchas incógnitas no necesariamente sencillas por resolver. Para responder la primera pregunta quizá valdría la pena, aunque suene a repetición, entender Wikileaks. Es una plataforma de naturaleza poco común: no es un periódico o medio de comunicación (por aquellos medios que afirman: “publicó wikileaks”), tampoco es una agencia de noticias y mucho menos una agencia de espionaje. Es una plataforma que permite a cualquier persona la posibilidad de filtrar información que está clasificada, ya sea en el gobierno o en las corporaciones y que tiene utilidad pública. Es decir, es una plataforma de Whistleblowing. Estos “pitazos” de información como lo explica Ricardo González en este texto  pueden ser un recurso valioso:

“La existencia de whistleblowers puede significar un recurso valiosísimo para evitar la impunidad. Un número cada vez mayor de países están adoptando leyes de protección para los informantes debido a su utilidad para combatir la impunidad de gobiernos y empresas privadas. La Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción contempla en sus artículos 8.4, 32 y 33, que los Estados deben establecer mecanismos permanentes para proteger a denunciantes y peritos.”

La segunda pregunta sobre la prensa parece más clara, para la filtración de estos correos una decena de periódicos a nivel mundial han hecho una especie de convenio con Wikileaks para tener acceso a toda la información antes de que sea liberada al público. Este modelo no solo asegura cobertura de los temas sino que da la posibilidad a los medios de hacer periodismo de investigación, clasificación, contextualización y procesamiento adecuado de la información que se encuentra en las filtraciones, en este caso los correos de Stratfor. Hay quienes para responder esta pregunta ponen en duda la veracidad de los documentos filtrados, sin embargo esa consideración, aunque legítima, parece irrelevante ante las declaraciones de los directivos de la compañía.

Quizá la pregunta sobre la actuación de los Estados o corporaciones frente a las filtraciones resulte la más compleja de responder porque éstos son los principales afectados, pues con la revelación de la comunicación entre ellos (pensemos en los cables diplomáticos y ahora los correos) se violenta su derecho a la deliberación interna. Quizá valdría la pena (re)leer el ensayo publicado en el 2006  por uno de los fundadores de Wikileaks y que ha sido uno de sus rostros más visibles, Julian Assange, titulado Conspiracy as Governance. En él Assange delinea su idea de Estado (o corporación)  como una conspiración en su acepción clásica en donde todos son parte de la misma aunque no necesariamente tienen conocimiento de ello, para ejemplificarlo Assange nos dice:

Vamos a utilizar los gráficos conectados como una forma de aplicar nuestras habilidades de razonamiento espacial de las relaciones políticas. En primer lugar tomar unos clavos (“conspiradores”) y el martillo en un tablero al azar. Luego tomar una cuerda (“comunicación”) y páselo de clavo a clavo sin que se rompa. Llame a la cuerda que conecta dos clavos un “vínculo”. La cuerda  ininterrumpida significa que es posible viajar de un clavo a cualquier otro clavo a través de la cuerda y conectada en los clavos intermediarios… los flujos de información de conspirador a conspirador. No todos los conspiradores confían en o conocen a todos los otros conspiradores, aunque todos están conectados. Algunos están al margen de la conspiración, los demás son fundamentales y se comunican con muchos conspiradores y otros pueden conocer no sólo a dos conspiradores, sino ser un puente entre las secciones o agrupaciones importantes de la conspiración… [Conspiracy as Governance, p. 2]

Unos conspiradores suelen ser más exigentes, por cierta confianza y que dependen uno del otro, mientras que otros dicen poco. La información adicional fluye con frecuencia a través de algunos enlaces y la información trivial, a través de otros. Por lo tanto, ampliar nuestro modelo simple de conectar el gráfico para incluir no sólo los vínculos, sino su “importancia”.

Volvamos a nuestra analogía del tablero, la cuerda y los clavos. Imagínese un cable grueso y pesado entre algunos clavos e hilos finos entre otros. Llame importancia al espesor o la pesadez de una relación. Entre los conspiradores que nunca comunican el peso es igual a cero. La “importancia” de la comunicación que pasa a través de un enlace es difícil de evaluar a priori, ya que su valor real depende del resultado de la conspiración. Simplemente decimos que la “importancia” de la comunicación contribuye al peso de un enlace de la forma más evidente, el peso de una relación es proporcional a la cantidad de comunicación importante que fluye a través de ella. Estas preguntas sobre conspiraciones en general, no nos obligan a conocer el peso de estos vínculos, ya que los cambios son de la conspiración para la conspiración. [Conspiracy as Governance, pág. 3]

 

Otra de las cosas importantes a entender en este tipo de estructuras es que la suma es mejor que las partes. Debido a que la red es más compleja e interconectada, Assange piensa en ella como un sistema de procesamiento de la información por sí misma:

Las conspiraciones son dispositivos cognitivos. Son capaces de pensar más que el mismo grupo de individuos que actúan por sí solos. Las conspiraciones toman información sobre el mundo en el que operan (el entorno conspirativo), pasan a través de los conspiradores y luego actúan en consecuencia. Podemos ver las conspiraciones como un tipo de dispositivo que tenga entradas (información sobre el medio ambiente), una red computacional (los conspiradores y sus vínculos con los demás) y salidas (las acciones que tengan intención de cambiar o mantener el medio ambiente). [Conspiracy as Governance, p. 3]

Esto no parece ser necesariamente malo, a menos que te encuentres adentro de la conspiración. Con los hechos recientes, entonces se esperaría que el Estado o las corporaciones, es decir “las conspiraciones” adoptaran el principio de máxima publicidad a sus decisiones, vínculos, enlaces etc. De manera que todos pudiéramos tener información sobre sus relaciones y el peso de las relaciones de unos actores y otros. Por otro lado, en el caso de los países  se debe aplicar la ley efectiva y proporcionalmente, en este sentido es muy ilustrativo el caso de Bradley Manning cuyos cargos son por “ayudar al enemigo” y que aplazó su declaración indefinidamente. Es fundamental hacer una diferenciación entre los tipos de filtraciones, es decir, aquellas que están protegidas por la ley al tratarse actos de whistleblowing y aquellas que no lo son. En el caso de Manning, a pesar de que se trata de una filtración de violación a los derechos humanos de Estados Unidos, se le ha aplicado la ley sin ninguna o con muy pocas garantías.

Quizá Assange no es el filósofo político más brillante, pero sus postulados adquieren sentido a la luz de la explosión en el uso de las tecnologías de la información y comunicación. El libre flujo de información ataca directamente la concentración monopólica y hace que se distribuya de mejor manera. Todo esto con la finalidad de fortalecer la libre toma de decisiones a través de una mayor transparencia y rendición de cuentas. Los recientes hechos de condena y crítica en contra de este tipo de filtraciones desincentiva y desmotiva a que en el futuro las personas dejen de denunciar violaciones a los derechos humanos. Como personas deberíamos de estar preocupadas si este tipo de información se logra criminalizar como muchos gobiernos pretenden.

 

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