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Son los medios

Han pasado las elecciones, se votó en ellas la renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo Federal y en seis estados de la República hubo comicios para cambiar los poderes locales. Formalmente el proceso electoral termina, falta que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resuelva las impugnaciones y califique la elección, hasta entonces continúa mientras los actores involucrados ejercen sus derechos para resolver conflictos derivados del proceso mismo.

Este año, las campañas tuvieron un tono distinto al que cualquiera se pudo imaginar, dado el contexto político nacional, el enfoque parecía estar centrado en economía y seguridad. No fue sino hasta que el movimiento estudiantil “Yo soy 132” surgió, que la conversación cambió, hablamos entonces de medios de comunicación, pluralidad, acceso a la información, libertad de expresión o alianzas entre medios y políticos.

Uno de los fenómenos más llamativos de estas  campañas fueron las encuestas, se publicaron más que en ningún otro momento en la historia electoral de México.  Estas encuestas fueron publicadas en diversos medios de comunicación de manera periódica (diaria o semanalmente). El resultado de dichas encuestas fue motivo de editoriales, columnas de opinión y mesas de discusión en programas en horario estelar. El promedio de todas las encuestas publicadas antes de la jornada electoral arrojó una ventaja de 15 puntos de distancia entre el primero y el segundo lugar. Las encuestas más criticadas en el ámbito mediático por las proyecciones que presentaron  fueron las de Grupo Reforma, SDP Noticias/ Covarrubias y UNO TV/María de las Heras, sin embargo, la medición hecha se acercó más al resultado final, mientras que las prestigiadas Mitofsky y Milenio-GEA/ISA quedaron muy lejos.

A modo de proporcionar más luz sobre el tema,  Diego Valle-Jones ha dado seguimiento y ha hecho un análisis más exhaustivo de los datos de las encuestas durante la elección  y concluye que es muy probable que haya un sesgo de las casas encuestadoras y considera que se debería explicar en todo caso el aparente sobre muestreo de los votantes del PRI.

Después de la jornada electoral, algunos medios de comunicación fijaron postura respecto a este desfase entre lo publicado y los resultados de la elección. Milenio resolvió no publicar más encuestas electorales y el periodista Ciro Gómez Leyva se disculpó con Covarrubias por haber dicho que sus resultados eran poco creíbles e incluso catalogarlos como propaganda. Por su parte, también, algunos encuestadores han tratado de explicar lo que pasó, recientemente lo hizo Roy Campos (Mitofsky) en el blog de la redacción de la revista Nexos, que concluye:

“Una de las grandes paradojas de una elección es que cada vez que aparece una encuesta en los medios, le piden al encuestador que busque las explicaciones a los cambios, que profundice en los datos por segmentos, por regiones, en los motivos, que haga hipótesis para justificar variaciones de 2, de 1 y hasta de medio punto; sin embargo cuando se presenta la última encuesta antes de la elección parece decirle “y ahora que ya no cambie” o “después ya no me vengas a decir que le decisión de ir a votar modifica estos números”; los medios responsables, los que se interesan realmente en el comportamiento del ciudadano deberían ahora pedirnos el análisis del votante, que utilicemos la última encuesta de la que disponemos que es la encuesta de salida.”

La regulación de las encuestas de opinión y de proyección de resultados electorales es muy importante a partir de una perspectiva de libertad de expresión de los procesos democráticos. Las encuestas de opinión pueden ejercer particular influencia en el resultado de las elecciones y también puede distorsionarlo. Esto es particularmente evidente en el caso de las encuestas y proyecciones encargadas o realizadas por una fuente sesgada, en cuyo caso valdría la pena conocer a los patrocinadores. Encuestas y proyecciones pueden tener un efecto sobre la propia votación en lugar de simplemente reflejar el sentimiento público.

Por estas razones, la cobertura de difusión de sondeos de opinión y proyecciones debe prestar especial atención a garantizar el equilibrio, la imparcialidad y la objetividad para que el público sea capaz de evaluar con precisión la información y entender el significado de la encuesta. Al mismo tiempo, las leyes existentes no se ocupan de este problema de una manera uniforme, sino que las disposiciones van desde, hasta las prohibiciones generales sobre las encuestas de opinión o el uso de algunas preguntas en las encuestas.

Las experiencias comparadas pueden ser útiles para entender que éste no es ni será un problema exclusivo de México, recientemente ARTICLE19 hizo un trabajo de asesoramiento y análisis de estos temas para las elecciones en Kenia, el resultado es un marco legal equilibrado que resuelve problemas de encuestas y medios, vale la pena leerlo aquí.

Con ambas partes se podría decir que en la discusión metodológica las encuestadoras no reportan y los medios no se interesan en temas como el número de rechazo y los votantes probables. Los primeros podrían ser más transparentes y los segundos indagar más en los números que presentan quienes contratan, hacer trabajo periodístico.

Para tener mejores encuestas entonces se necesitan mejores medios, para tener mejores medios se necesita diversidad, no únicamente en cantidad sino en pluralidad de voces. No únicamente acabar con la concentración de la audiencia a través de la competencia, sino promover medios públicos como televisión y radio fuertes e independientes.

Cuando pensamos en mejores medios, pensamos en unos que dependan financieramente de sus lectores/audiencia y que por lo tanto le respondan a ellos y no a quienes compran publicidad y espacios con dinero público (ver nuestra investigación en publicidad oficial.mx). De tener mejores medios, el resultado no serían las disculpas sino un esfuerzo por cuestionar a quienes contratan para las encuestas, un esfuerzo por transparentar las decisiones editoriales que los llevan a no indagar en los propios números presentados. Una pluralidad de voces que no confundan, hoy los comunicadores pasan de militantes en un medio a críticos en otro el mismo día; la pluralidad difumina los sesgos y contribuye a una mejor información. Más medios que ofrezcan más opciones y una audiencia que no esté capturada por un solo jugador.  En suma, medios comprometidos con su papel de informar a los ciudadanos y no en favorecer acuerdos financieros o políticos. Si los encuestadores (como lo relata Campos) tendrán sesiones con el IFE de autocrítica, los medios podrían hacer lo propio de cara a la sociedad.

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