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¡Escúchenos!

Sicilia

 

Durante los tiempos recientes hemos escuchado voces ciudadanas que alzan la voz para describir el hartazgo y zozobra de miles de mexicanos. Esas voces desbaratan el discurso (cual si fuera mantra) gubernamental que afirma que los 42 mil mexicanos asesinados (y contando) en los últimos años son porque tenían actividades delincuenciales. Las expresiones de dolor, desesperanza, malestar, impotencia, desesperación y duda que ha recogido la Caravana por la Paz encabezada por el poeta Javier Sicilia nos tiene que obligar hacer un alto. El valor de las expresiones que a lo largo del camino ha promovido la Caravana nos indica que hay demasiado dolor en la sociedad mexicana. Los deudos de las víctimas hablan para decirnos que hay muchas historias que no conocemos. Que ignoramos porque el número de muertes ha enterrado nuestro asombro. Durante los altos de la Caravana los familiares de víctimas claman por justicia. Petición elemental. En la mayoría de las historias hay elementos en común: impunidad, injusticia, negligencia de las autoridades, desdén hacia el caso, fabricación de disculpas inútiles, amenazas por exigir justicia y un profundo dolor. Los acompañantes de la Caravana, las mismas víctimas y el público solidario gritan un profundo ¡no están solos! Aunque tal vez sí lo están. El Movimiento Nacional por la Paz, tal vez el movimiento ciudadano más importante de los últimos años, busca dar cobijo con esperanza para las personas que han sufrido irreparables pérdidas por el frenesí de la violencia. Mal harían las autoridades no escuchar a estas voces ciudadanas y tomar acciones que refuercen la mal habida credibilidad hacia las instituciones que sostienen nuestro mal logrado estado de derecho. Sus dudas hacia éste son completamente legítimas. Las voces de la sociedad comienzan a vencer el miedo que ha provocado estar en medio de una cruenta guerra. Resulta imposible lograr un cambio de paradigma social sin una voz ciudadana fuerte que exprese opiniones claras hacia dónde caminar. La Caravana nos indica que es momento de redoblar nuestros esfuerzos por expresar nuestra opinión. Es momento de tomar nuestros espacios públicos, exigir nuestros derechos y que el estado cumpla con su responsabilidad.

En México hay un muy pobre acceso a la justicia. Lo dicen las voces ciudadanas de la Caravana. La injusticia se alimenta de opacidad, corrupción y falta de información. Nos falta información de lo que nos está pasando como país. Las autoridades buscan dar información a cuenta gotas y siempre con un carácter más propagandístico que informador. La comunicación gubernamental es unidireccional. El gobierno avienta información sin la intención de recibir preguntas, cuestionamientos, interrogante y dudas. Por lo tanto, la impunidad se alimenta de esa desinformación. Las autoridades de los órdenes de gobierno no cesan en afirmar que están haciendo su trabajo. Sin importar que la realidad dicte otra evidencia. Tal vez lo están haciendo (ahí vemos soldados y policías recorriendo el país) pero evidentemente lo están haciendo mal. Para muestra 42 mil muertos anónimos. El país necesita reconstruir confianza y desterrar el miedo. Necesita exigir a las autoridades que cumplan con su mandato constitucional y que respeten los acuerdos internacionales. Necesitamos reconstruir puentes de diálogo entre sociedad civil y autoridades. Pero no con el fin de hablar por hablar, sino con la intención de buscar soluciones y de aceptar omisiones y responsabilidades para crear un proyecto de nación basado en un simple binomio: paz con justicia. El sistema de partidos ha probado su inoperancia para hacer contrapeso al ejecutivo federal. Entre descalificaciones infantiles hasta defensas ilógicas, nuestros legisladores han faltado a su tarea de velar por los intereses de sus representados. Por ello, resulta evidente que es el momento de la sociedad civil. Al final sigue siendo el poder soberano.

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