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El equipo y la propaganda

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=cZEystzvp5M

 

La semana pasada Televisa comenzó a trasmitir un serie titulada El Equipo. De acuerdo con el sitio oficial, “[El Equipo] es una serie sobre el valor, el esfuerzo y el amor de un equipo de hombres y mujeres, Policías Federales, que cada día arriesgan su vida para proteger la nuestra.” La libertad de Televisa para transmitir contenidos de entretenimiento en donde la historia y personajes están vinculados a una institución de seguridad pública o militar es incuestionable, pero también lo es, el derecho de los ciudadanos y las audiencias a plantear cuestionamientos y preocupaciones al respecto tanto a Televisa y a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Más allá del posicionamiento de los partidos políticos al respecto, el asunto es de evidente interés público.

Como sucede en la mayoría de los casos en donde se pretende transparentar los términos de los contratos realizados entre medios de comunicación y los diferentes gobiernos, no existe mucha información confiable sobre qué exactamente implica el apoyo de la SSP a la producción de El Equipo. “Sí contamos con todo el apoyo de la Policía Federal, con todo su entrenamiento y sus horas de acción, porque es un orgullo mostrar que hay policías honestos, policías comprometidos”, fue la explicación dada por Pedro Torres, productor de El Equipo.

¿Qué ha dicho la SSP al respecto? Nada. La respuesta es consistente con el historial de la política de comunicación social de la institución, marcado fuertemente por una visión propagandística y de opacidad. Hemos registrado casos en donde se busca inhibir el escrutinio periodístico, se ha forzado a periodistas víctimas de secuestro a participar en eventos mediáticos e inclusive, se han difundido montajes de operativos como si fueran imágenes reales. La violación del principio de presunción de inocencia al presentar a personas indiciadas ante los medios es una práctica reiterada. A través de estas prácticas el gobierno federal, en particular la SSP, pretende esconder la escasez de información pública, la falta de transparencia y la resistencia sistemática al escrutinio.

Ante la falta de información, propaganda. A pesar de que el presupuesto de la SSP ha crecido de manera sostenida desde 2006 y que prácticamente se ha duplicado en los últimos tres años, las comparecencias del secretario García Luna poco abonan a la rendición de cuentas. En más de una ocasión, funcionarios de la SSP han argumentado la falta de recursos para la instrumentación de medidas de protección para periodistas y personas que defienden derechos humanos que cuentan con medidas cautelares de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y/o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El presupuesto sigue creciendo, y con este el índice delictivo y el nivel de vulnerabilidad de grupos específicos de la sociedad.

“Estamos muy ocupados en el combate al crimen como para atender otros asuntos. No tenemos tiempo de atender amenazas”, fue la respuesta que recibió una directiva de un periódico local cuando marcó al número que le habían dado como parte del esquema de protección que había solicitado la CNDH debido al constante acoso de personas presuntamente vinculadas con grupos del crimen organizado. No hay información que facilite el debate público sobre el desempeño de un actor central en la política de combate al crimen organizado, pero abundan los spots sensacionalistas. El anuncio de la estrategia 2.0 del gobierno federal se tradujo en un solo trino del secretario en Twitter, a pesar de los 4,922 seguidores que esperan recibir algún tipo de información relevante. Ahora el último esfuerzo de comunicación es una pieza de entrenamiento basada en la presuposición de que las audiencias, es decir los ciudadanos, son sólo receptáculos de mensajes incapaces de discernimiento.

En espera de que sea transparentado el apoyo de la SSP a la producción de El Equipo, es preciso recordar que las presiones que ciernen en este momento sobre esa institución, no es un problema de percepción sino de la falta de información difundida de manera proactiva, la falta de transparencia y el talante autoritario de su política de comunicación social.

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