Emilio Alvarez Icaza: “tolerancia a la frustración y mirar al horizonte”
Por: Darío Ramírez Director de ARTÍCULO 19 Oficina para México y Centro América @expresate33
Llega a nuestra cita hablando por teléfono. Es prudente y para a unos metros a terminar su conversación. El día clareó. Los nubarrones que desvirtuaban la mañana parecían esconderse. Tal vez augurio de una buena platica con Emilio Álvarez Icaza. Él sugiere entrar y sentarnos en el segundo piso del restaurante. No había otros comensales. Otra señal de auspicio de un buen encuentro. Siempre que lo veo está de buen humor. Al parecer la responsabilidad de coorganizar un movimiento por la paz y la dignidad le pesa solamente lo suficiente. Su trato amable resalta. Hacemos chistes para calentar el ambiente, romper el hielo. Por alguna razón llegamos al tema de mi escolaridad. De algunos detalles que revelo se burla. Con cariño, pero se burla. Emilio afable, al parecer siempre afable.
“Soy hijo de la educación laica y gratuita. Siempre, excepto el jardín de niños estudié en una escuela pública”, comienza diciendo mi invitado. Sin pensar mi respuesta contrarresté con dejo de broma: “tú de laico no tienes nada. Vaya, hasta medio mocho eres, rematé”. He de admitir que mi conocimiento de su pasado católico me orilló a mencionarlo. Tomó una breve pausa para decir que proviene de una nomenclatura común en otras latitudes pero no tanto en México, “soy católico, apostólico romano, pero creo en el estado laico”. En otras palabras, defiende lo que se plasma en la Constitución mexicana. Estaba yo, pues, frente a un católico progresista y humanista. La pregunta obligada era cómo unir los derechos humanos con la perspectiva de valores que profesa la religión que él practica. Tomó una nueva pausa con esbozo de sonrisa. Su explicación comenzó afirmando que los derechos humanos son de inspiración “ética cristiana”. Continua con su explicación, “el principio y concepto jurídico de igualdad ante la ley se deriva de la igualdad ante Dios. La dignidad humana hoy en día pasa por los derechos humanos porque estos son la instrumentalización para ir avanzando en los tipos de derechos y las personas poseedoras de éstos”. Disiento. Fue lo primero que me provocó su comentario. Pensar que eso de la ética cristiana es mover de su importancia a la Revolución Francesa. Debemos percatarnos que la igualdad ante la ley fue tema cardinal en dicha revolución, luego establecida estatalmente en los códigos de Napoleón, o sea contra el régimen feudal y católico que negaba precisamente esa igualdad. Emilio, el de inspiración cristiana, parecería no reconocer que la inspiración de los derechos humanos no fue religiosa sino de la Ilustración atea de Rousseau, Diderot, Voltaire y, específicamente, Kant.
Emilio es el doceavo hijo de catorce. Su padre José Alvarez Icaza y Luzma Longoria eran dirigentes del movimiento familiar cristiano. Él se reconoce como cristiano de izquierda. La prueba puede estar en que hizo la primera comunión con Don Sergio Méndez Arceo en la catedral de Morelia. Por casa de sus padres circularon grandes personalidades del movimiento de la teología de la liberación como Samuel Ruiz y Monseñor Romero, entre otros. Su historia marca su presente. La defensa de los derechos humanos fue inculcada desde temprana edad. Parecería que de ahí se desprende su preocupación por la situación actual que vive el país. La preocupación que tienen sobre la ruptura del tejido social es más que evidente. “Nunca antes en mi vida, afirma Emilio, he llorado tanto como en los últimos meses. Las historias que he escuchado son dolorosísimas”. La negación de justicia y de derechos lleva a que personas de nuestro país no sean poseedoras de los derechos humanos más fundamentales, por ello, según el dirigente social, “se puede vender, torturar, maltratar, comercializar a personas y no pasa nada. No son sujetos, son objetos”. El elemento agravante de la situación es cuando esa desprotección se atiza cuando el servidor público participa del lado de los perpetradores y falta a su responsabilidad de hacer cumplir la ley. No sólo traiciona a la sociedad, sino que lo perverso es que usan las instituciones del estado para violar la ley, sentencia Emilio.
“Uno debe de comer lo que se le antoja, no lo que le ofrecen”, lo dice cuando le pide al mesero (con quien se ve que convive seguido) que le ofrece el menú del día. A Emilio se le antoja crear un plato para saciar su hambre y antojo.
Retoma fuerzas y señala que un grave obstáculo del diálogo del movimiento de paz con justicia y dignidad, es que “muchos tenemos un diagnóstico diferente al del Presidente”. Por ello, los dos puntos principales del Pacto promovido por Javier Sicilia y otras víctimas, es “atender a las víctimas y que ya no haya más víctimas”. Habría que hacer la acotación, entonces, que no es divergencia de diagnósticos sino de objetivos. Conforme pasan sus palabras se puede apreciar que para él, hay demasiado dolor en nuestro país. La indolencia y negligencia de las autoridades abona a la falta de certidumbre y duda sobre el estado y nuestro sistema democrático.
Emilio hace una pausa para recordar una imagen que no se le sale de la cabeza: “durante la caravana, paramos en Morelia. Ahí, un padre se acercó a Javier (Sicilia) para compartir con él que dos de sus hijos habían desaparecido. Le acompañaba, al padre, su hija. La descripción de su situación estaba llena de dolor. El padre lloraba inconsolablemente. La hija le pidió al padre, después de un rato, “para papá”. El padre se volteó con su hija y le dijo“…es que él sí me entiende”. Poner a las víctimas en el centro, parece ser la aportación más real del movimiento por la paz con justicia y dignidad. Según lo que afirma Emilio Álvarez Icaza, está claro para el movimiento lo que representa como amenaza real la delincuencia y señala: “la amenaza es tan real que es una amenaza a nuestra democracia”, y continúa diciendo “las amenazas a la democracia se tienen que resolver con más democracia, no con menos democracia”. La tendencia militarista de la presente administración, se infiere de su discurso, claramente no resolverá el problema de inseguridad que nos afecta. Hay elementos de las causas del conflicto que no están siendo atendidas con la óptica gubernamental actual. Hoy gastamos millones de pesos públicos en una corporación policiaca, como la Secretaría de Seguridad Pública, que no cuenta con mecanismos efectivos de control civiles, es decir, controles democráticos. Por ello, afirma Emilio, debemos transitar de tener instituciones de seguridad a instituciones que velen realmente por la democracia en el país. Externa su preocupación “no podemos enfrentar los riesgos contra la democracia sacando al ejército a las calles”.
Llega el primer plato creado por él. Una ensalada apetecible. Parece ser que saben su gusto sibarita, y como él dice “el problema no es vivir bien, sino que nos oponemos a que la gente viva mal”.
Le pregunto sobre el surgimiento de líderes sociales que hoy existen en nuestro país: Javier Sicilia, Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí, por mencionar algunos. “si no pueden renuncien, de Martí, o el estamos hasta la madre, de Sicilia. Son dichos en los que todos nos vemos reflejados”. Al mismo tiempo, continua narrando Emilio, se debe reconocer el trabajo y esfuerzo de varios de ellos que, ante la falta de justicia, su lucha ha sido incansable, “esos liderazgos crean un mecanismo de identidad”. Lo que nos debería preocupar es que el gobierno federal esté promoviendo la división entre la sociedad civil. No arroja ninguna prueba para ello. Simplemente lo dice ligeramente. Por alguna razón no abunda más en este tema central. Es claro, para los que seguimos la información, que la división entre las víctimas más notables es evidente. Su defensa, su pasado, su condición económica, sus argumentos, sus interlocutores son diferentes. Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace, son más emblemas y menos líderes, como Javier Sicilia. Aunque la trinchera de todos es la sociedad civil, habría que ahondar e informar con más precisión cuál, si hay, es la alianza tácita con algunos gobernantes.
Emilio se congratula cuando llega a la mesa el aceite de oliva para su ensalada de jitomate, era extra virgen.
El panorama electoral suscita preocupación en Emilio Álvarez Icaza, “el temor es que se ponga peor la situación”. El crimen organizado es una amenaza real para las elecciones del próximo año, sentencia. Los delitos electorales vigentes están caducos y responden a las necesidades de 1988. Continua diciendo, “ya tenemos clara evidencia de la unión de la política y el narco. La violencia electoral es una realidad en nuestro país”. Entonces, le señalo a mi interlocutor, a todo estos problemas, los gobiernos y los partidos políticos, al parecer, prefieren hacer caso omiso y mirar para otro lado. El contexto electoral atizará posiciones y saldrán “voces retrógradas” que busquen o sugieran tonterías como la pena de muerte. La tentación de los partidos políticos será lucrar con esas ideas. Le pregunto a Emilio si los partidos políticos se han acercado al movimiento con afán de cooptación. Me contesta “creo que no entienden la naturaleza del movimiento. No tenemos músculo político que les interese. No les podemos proveer de votos cooptados. Nuestra fuerza es una fuerza ética. Todavía no acaban de entender cómo ver al movimiento si como amigo, amenaza, riesgo”. Le insisto si los partidos políticos se han acercado. No devela cuál, pero afirma que sí lo han hecho.
Una tarea pendiente, sería, afirma Emilio, erradicar las elecciones que dialogan poco y cuestan mucho. La ausencia del estado es tan nociva como la presencia de criminales, termina diciendo. El sistema de partidos, dice Emilio, “es joven pero envejeció pronto”, ahora, sufrimos una “partidocracia que modifica la Constitución para otorgarse estados de excepción, por ejemplo, en cuanto a la transparencia en el recurso público para los partidos. No sabemos los sueldos de los presidentes de los partidos, su nómina”. Se pregunta Emilio ¿por qué si usan recursos públicos no tienen el escrutinio de lo público? Cierra diciendo, “debemos de generar una agenda ciudadana sobre los partidos políticos como entidades de interés público”. Es claro que la relación política se alimenta de una “superioridad ética”, donde unos u otros se sienten superiores a sus adversarios políticos… así cómo (alza los brazos) deberá llegar el día en que la polarización no sea celebrada. Recomienda leer a Gandhi a nuestros políticos.
Emilio ¿cómo le haces para mantener el optimismo, le pregunto. Contesta con una sonrisa “Ay Darío, en este negocio necesitas tener mucha tolerancia a la frustración y mirar al horizonte. Debes aprender a regocijarte en los pequeños triunfos”. El movimiento reconoce sus límites y capacidades. Es un movimiento de suma de voluntades. Es momento de sumar. Le da el último sorbo a su café expreso, y salimos. Veo alejarse a Emilio, el cristiano humanista, otra vez al teléfono.