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De la pandemia hemos aprendido mucho o poco, pero nos hizo partícipes a todas y todos.  El virus SARS-CoV-2 se diseminó por el mundo desde inicios del año y poco a poco fue causando estragos en la salud y defunciones a lo largo del mundo.  Cada país tomó medidas para evitar la propagación de la enfermedad COVID-19, causada por esta cepa de Coronavirus. 

En México, a finales de marzo de 2020,  entre la Fase 1 y la Fase 2, comenzamos a vivir una incertidumbre entre el exceso o la ausencia de información y la dificultad para muchas personas de quedarse en casa, una de las principales medidas de prevención contra el COVID-19. Desde el gobierno federal, comenzaron a darse informes técnicos cada día y a comunicarse estrategias, que no fueron compartidas del todo en varios estados. Comenzó a crecer la distancia física y el aislamiento. Los lazos comunitarios se interrumpieron y el miedo fue siendo factor para tomar decisiones. Incluso los paisajes, antes llenos de gente, comenzaron a vaciarse.

Desde el inicio de la pandemia en México, una decena de fotoperiodistas han documentado la afectación en ciudades, comunidades, fronteras. Diversos conflictos de la sociedad no desaparecieron, sino que se les dejó de prestar la misma atención. Las desigualdades ya existían pero se agudizaronn con el paso de los días y conforme el sentimiento se sociabilidad y comunidad se difumina. Lo esencial dejó se ser invisible.

El confinamiento de las personas se prolongó más de lo que se estimaba inicialmente. ¿Fue todo negativo? No necesariamente. También es necesario destacar las historias de las personas, sobre cómo han hecho para enfrentar la pandemia, los esfuerzos individuales y colectivos. 

En junio llegamos a un punto crítico. Viejos asuntos que no podían quedar enterrados bajo la «nueva normalidad» salieron a flote. Como la violencia policial que asesinó al joven Giovanni López o las personas damnificadas por la tormenta Cristóbal en el Golfo. O bien, las exigencias de justicia que se habían opacado durante la cuarentena mientras, poco a poco, comenzaba el retorno de algunos trabajadores a sus centros laborales.

El semáforo pasó de rojo en casi todo el país a naranja en algunos estados. Algunas actividades fueron reanudándose mientras se seguía evitando la concentración de personas en lugares públicos. Este cambio no fue solo de color, sino una estimación gobernamental en que se incrementó la disponibilidad hospitalaria para futuros casos tras un punto de saturación. Es el punto en que seguimos.

La evolución de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 sólo ha podido entenderse por estimaciones y proyecciones, pero incluso parece imposible saber una cifra exacta y precisa de cuántas personas han sido contagiadas y cuántos fallecimientos están relacionados con el COVID-19. La sociedad continúa luchando entre esfuerzos por preservar la vida frente a la pandemia y los imprevistos de cada día, lo imponderable. Así, llegamos a un punto en que nos sabemos lejos de la salida. Donde el Coronavirus ha significado para la población mexicana opacidad, violencia, impunidad y desinformación.

La pandemia es el mar en el que estamos navegando todas y todos.

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Una nación buscándote
 David Peinado

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 David Peinado

Tijuana, Baja California.- El 10 de agosto, el colectivo de búsqueda de personas desaparecidas “Una nación buscándote” basado en Tijuana, Baja California, hallaron ocho cuerpos humanos en descomposición dentro de botes de metal en un peñasco ubicado en la colonia Valle de las Palmas. El colectivo, en su mayoría conformado por madres, hermanas e hijas de personas desaparecidas, recibió un mensaje anónimo en el que les informaron de “un cuerpo dentro de un tambo”, comentó Angélica Ramírez, coordinadora de la asociación.

Acompañados por la Guardia Nacional y la elementos de la Fiscalía de Baja California, las mujeres también extrajeron de un terreno cercano tres huesos de una columna vertebral, los cuales fueron custodiados por los peritos forenses del estado. Este hallazgo es el más importante para el colectivo ya que no habían encontrado esta cantidad de cuerpos en un solo día de rastreo.

Aunque no existe una cifra oficial, según los colectivos de búsqueda de personas, el número de víctimas en Baja California ronda cerca de 2 mil 500 casos.

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Estamos en el mismo mar, pero no en el mismo barco
 David Peinado

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 David Peinado

Ciudad Juárez, Chihuahua.- “Aún con la contingencia, tengo que seguir alimentando a mis nietos y ellos no pueden parar, ellos me enseñaron lo importante que son los niños, por eso les regalo globos a los niños que encuentro mientras chambeo en el semáforo, para que tengan un buen día” dice Juan, de 52 años, quien vive en Ciudad Juárez, Chihuahua y tiene 3 hijos. Tenía 4, su hija menor fue asesinada en marzo del 2020. Hoy se encuentra recuperado de adicciones que padeció en su juventud, trabaja haciendo malabares y cantando en los semáforos de la ciudad. Por su edad le es difícil conseguir trabajo, durante la pandemia Juan no pudo quedarse en casa por que tiene que mantener a sus cuatro nietos. Sus nietos le dieron motivos para seguir luchando.

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COVID-19 y religión: el fortalecimiento de la fe
 Fabyola Rosales

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 Fabyola Rosales

Guadalajara, Jalisco.- El COVID-19 vino a cambiarnos la vida en todos los contextos. Aunque las cifras superan ya el medio millón de mexicanos contagiados y más de 55 mil muertes, existen personas que aún no creen en dicho virus, sin embargo la religión les ha valido de escape y aliada en esta lucha contra el virus invisible.

La pandemia se ha extendido más tiempo del que imaginábamos y los meses de Agosto a Octubre son particularmente importantes para los creyentes tapatíos, ya que, se viven dos celebraciones religiosas masivas, las cuales convocaban a más de un millón de feligreses.

La Iglesia Católica celebra “La Romería”, evento que comienza desde finales de Julio con la visita de la imagen de la Virgen de Zapopan a los templos de Guadalajara y culmina su recorrido el 12 de Octubre con el arribo a su Basílica. Por su parte, la Iglesia de la Luz del Mundo, cuya sede Internacional se encuentra en esta Ciudad, lleva a cabo los primeros días de Agosto “La Santa Convocación”, donde hermanos provenientes de distintas partes del Mundo se congregan a profesar su fe, con reuniones masivas de culto, caminatas y “la Santa Cena”, su festividad más solemne.

En Jalisco se han reportado 15,402 casos positivos y 1,830 muertes, por lo que, las autoridades han prohibido que se lleven a cabo congregaciones masivas y por ello las celebraciones religiosas no se realizan de manera tradicional.

La Iglesia Católica decidió que la imagen de la Virgen sí visitara los templos, sin embargo, no se realiza convocatoria respecto a los recorridos, recomendando a los creyentes que sólo salieran a su banqueta a ver pasar la imagen, pero que no la siguieran para evitar tumultos, también recomendó que los grupos para ingresar a los templos fueran pequeños y no sin antes pasar por un filtro sanitario compuesto por un túnel de ozono donde se les tomará la temperatura y proveerá de gel anti bacterial.

Por su parte, las medidas sanitarias que la Luz del Mundo implementó, fue que se quedaran en su casa, sin descuidar su aspiración religiosa de poder participar en los servicios y acercarse a la comunidad a través de las plataformas tecnológicas y digitales, todos sus templos han permanecido cerrados e invitaron a los hermanos a dedicar un espacio de su casa para crear una pequeña área ministerial como un templo para llevar a cabo los actos de culto, los cuales se transmiten cuatro veces al día por redes sociales, en diferentes idiomas. Esto ha sido beneficioso para la Iglesia, ya que, la fe y unión familiar se han fortalecido.

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Morir de COVID-19 en los pueblos indígenas de México y no contar ni en las estadísticas.
 Lenin Mosso

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 Lenin Mosso

Cochoapa el Grande, Guerrero.- Nadie tiene un conteo de los contagios y muertes por COVID-19 en las comunidades de La Montaña. El gobierno estatal se basa en el registro que llevan los hospitales para dar las “cifras oficiales”. En las comunidades indígenas puedes morir de COVID-19 y no ser parte de la estadística de los decesos que dejará la pandemia porque no existe forma de saberlo, no hay pruebas para el diagnóstico.

Desde que empezó la pandemia en el país, el Centro de Derechos Humanos de la montaña Tlachinollan ha documentado un alza en la población que viaja en autobuses en mal estado, sin seguro de viajero y llevando a los niños en los pasillos o en las piernas la mayoría de veces. “Tan solo del mes de abril a julio se tiene el registro de 4800 personas que migraron, un 150% más que el año pasado. En las comunidades los precios de los productos han subido, no hay empleo y prefieren arriesgarse e irse a trabajar que morir de hambre en su comunidad”, dice el director de Tlachinollan, Abel Barrera Hernandez.

Gerardo tiene 21 años, es indíegna Na’Savi (gente de la lluvia), de la colonia de Rancho de los Hilarios anexo de Campanapa, que pertenece al municipio de Cochoapa el Grande, en la región de la montaña del estado de Guerrero. Estudió hasta el 4to. año de primaria y él, como la mayoría de las y los habitantes de su comunidad no tienen otra opción más que migrar a los campos agrícolas del norte del país.

A la edad de 10 años empezó a ir con su papá a los campos, como a los 16 años inició su trabajo. “De niño no hay nada que hacer, nada más jugar con los otros niños, ya cuando vamos al campo empezamos a sembrar chiles y cuando están buenos los cortamos. Aquí en la comunidad se siembra maíz, calabaza, frijol, no hay otra cosa que funcione porque es cerro, aquí pura milpa”.
Victoria es la esposa de Gerardo. Tiene 16 años, es de la comunidad de Campanapa y solo habla Tuú Savi. Se juntó cuando tenía 15 años. Se le ve un silencio profundo en el rostro.
“Cuando nació pensé que iba a crecer, que iba a salir bien todo, pero a los tres o cuatro días empezó a estar mal y comencé a preocuparme. Nació el 8 de mayo de este año, en Rancho de los Hilarios, ahí estuvimos como un mes y luego nos fuimos a trabajar”, cuenta Gerardo.

“La niña cuando nació no podía respirar ni alimentarse bien, estuvo así como un mes y días. Llegamos allá a inicios de junio y al primer hospital que la llevamos, ya llegó mal, ya no podía respirar y la entubaron, después la mandaron al Centenario Hospital Miguel Hidalgo en Aguascalientes, ahí estuvo como dos meses y me dijeron que su corazón ya no aguantaba.
“Yo pensé que tenía mucha flema o algo así, pero no, era otra cosa. A lo mejor así nació. Es covid-19, fue lo primero que me dijeron en el hospital, pero luego dijeron que no y que su garganta era pequeña y al respirar se tapaba; no podía comer leche y la operaron para meter una sonda, eso fue un viernes y el miércoles falleció. De ahí venimos para acá”.
Acompañados por sus padres y en medio de la lluvia, tuvieron que dar sepultura a su hija como a media noche porque no hubo rezos, ni el sacerdote ni el rezandero quisieron acudir porque la niña no fue bautizada.

Gerardo y Victoria solo regresaron a la montaña para enterrar a su pequeña, la trasladaron en una carroza desde Aguascalientes, les cobró 23 mil pesos, de los cuales deben más de la mitad, por ello regresarán en unos días a esos mismos campos para volver a trabajar y pagar su deuda.
“Podemos tardar un poco para regresar porque tengo que hacer unas cartas, así me dijo el funerario, que tengo que ir y llevar un papel para no sé qué, no me acuerdo para qué me dijo que era ese papel, pero tenemos que entregarlo para que salga bien, para que me den un acta de nacimiento, algo así. Me siento mal, no puedo ni pensar en nada. No estaba registrada, pero se llama Alexa Fernanda”.

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Periodistas en el fútbol
 Gabriela Pérez Montiel

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 Gabriela Pérez Montiel

Monterrey, Nuevo León.- Ante el inicio de un nuevo torneo de fútbol en medio de una crisis sanitaria, los medios de comunicación se han visto con la necesidad de modificar la forma de darle cobertura. Es usual ver decenas de locutores, fotógrafos, camarógrafos y conductores por toda el área, sin embargo las restricciones de acceso se han disminuido al máximo y con estrictas medidas de seguridad donde no puede haber contacto entre periodistas. En un intento por no afectar a más de la mitad de los medios que no pueden estar presentes, se optó por ser rotados cada juego.

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La pandemia y el Tren Maya
 Cuauhtémoc Moreno/Por Esto!

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 Cuauhtémoc Moreno/Por Esto!

Mérida, Yucatán.– La falta de información para las comunidades mayas ha sido uno de los problemas más recurrentes durante esta pandemia y el proyecto del Tren Maya que, pretende realizar el gobierno federal, está impactando en la vida de los habitantes pues muchos de ellos se han encontrado con que perderían su patrimonio de años porque algunas casas están a menos de 20 metros de la vía y otras porque, el estado ha decidido que las rieles crucen en medio de viviendas siendo que el derecho de vía es de 40 metros.

La comisaría de Citilcum, perteneciente al pueblo mágico de Izamal, es una de las tantas afectadas pues las autoridades federales decidieron que el ferrocarril cruce en medio de milpas, terrenos y viviendas, afectando a decenas de familias. Algunos pobladores cuentan que han encontrado gente trabajando en sus terrenos sin permiso alguno, dejan marcados los puntos de referencia con GPS y solo les dicen que ellos tienen órdenes de medir. La gente tiene miedo de perder el único patrimonio porque a algunos les han ofrecido comprarlos a bajo precio, pero aún vendiendo no les alcanzaría para obtener otras tierras.

En el caso del municipio de Chocholá, al sur del estado, más de 100 viviendas se verían afectadas pues el derecho de vía es de 40 metros y los rieles cruzan a la mitad del pueblo. Los encargados del proyecto comenzaron trabajos para remover las viejas vías sin permiso por lo que fueron cesados por el alcalde hasta no saber cuál era el proyecto real ya que nunca fueron a mostrarle lo que harían. Días después de la publicación del caso, se dio a conocer que el proyecto del tren maya ya no cruzaría por el lugar, sino por las afueras.

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¿Adiós a las selfies y los abrazos presidenciales?
 Juan Carlos Cruz

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 Juan Carlos Cruz

En la visita a Culiacán a inicios de agosto de 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no tuvo más remedio que guardar la sana distancia: atrás quedaron las selfies, los besos y los abrazos, y no balazos, que el mandatario solía repartir a cientos o quizás miles de personas que se le acercaban, ya sea para agradecerle o reclamarle, o para que intercediera en la solución de alguna problemática social.

Y esa adaptación a la «Nueva normalidad» poco a poco nos ofrece un paisaje diferente, no solo en el aspecto familiar y laboral, sino en nuestra vida social y todo lo que ello implica.
La forma de manifestarse, exigir justicia y hasta manifestar apoyo al presidente de México, han cambiado con la pandemia.

Durante esa visita, Andrés Manuel López Obrador se tuvo que resguardar en la camioneta. Sin bajar el cristal de la ventanilla, solo se limitó a saludar y a pedir que entregarán sus solicitudes de apoyo al personal de Ayudantía.

Las selfies, los apapachos y los abrazos presidenciales quedaron para mejores tiempos.

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Discriminación y pandemia
 Cuauhtémoc Moreno

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 Cuauhtémoc Moreno

Mérida, Yucatán.- El cabello largo y rizado caracteriza a Dafne Aguilar Martínez, conocida como «La Muñeca», mujer transgénero y activista que ha dedicado los últimos años de vida a la lucha por los derechos de la comunidad trans y de las trabajadoras sexuales. Con su trabajo trata de visibilizar las necesidades y la discriminación que sufren, incluso desde su propia familia.

La llegada de la pandemia a Yucatán y el aumento de la crisis económica, ha incrementado el trabajo social que realiza, con la ayuda amigos, asociaciones y otros grupos de la sociedad, han llevado medicinas, despensas y métodos de protección de enfermedades de transmisión sexual a decenas de mujeres y chicas trans del interior del estado que han tenido afectaciones por los tiempos que se están viviendo.

Dafne perdió su principal entrada económica, trabajaba como bar tender en cantinas y eventos particulares, de marzo a la fecha sus ingresos se han visto mermados ya que los sitios donde laboraba permanecen cerrados. El trabajo sexual también ha disminuido ante las restricciones de movilidad y el cierre de negocios, la crisis afecta por igual a clientes y prestadores de servicios.

Con el semblante preocupado por ratos, “Muñe” platica de como la está pasando durante la cuarentena y habla de las carencias que ella y muchas chicas trans y trabajadoras sexuales están pasando, incluso comenta que muchas no tienen un lugar donde dormir y son vulnerables a cualquier tipo de violencia. Pero no es solo el único problema al que se enfrenta pues su madre tiene cáncer y un hermano con discapacidad degenerativa, lo que hace que tenga que estar más pendiente de su familia y tener los cuidados necesarios para no contagiarse de COVID 19.

En gran parte de su vida la han acompañado los ansiolíticos, de vez en cuando sufre de ataques de ansiedad y depende de estar medicada para aminorar el padecimiento, sin embargo, a veces le es negado el medicamento en las instituciones “me comentan que el medicamento no llega por la contingencia, esto dificulta mi estado de salud y mi economía pues algunas pastillas son muy caras”.

Dafne sueña con tener un negocio propio, con administrar un bar para atender a muchas personas y dar a empleo a otras personas. También recalcó que pretende crear un canal de comunicación en comunidades para porder apoyar a las trans y mujeres en riesgo.

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